martes, 5 de febrero de 2019

2. PESCAR (Alex - Texto)

Como cada año a principios de verano, con la llegada de los grandes bancos de peces a las cálidas aguas que rodean los arrecifes, se inicia la Festividad del Mar, que las gentes de las islas del sur celebramos con gran devoción. Según narran las historias, esta tradición data de tiempos inmemoriales y se remonta a la época en la que nuestros antepasados abandonaron la seguridad que ofrecía la tierra firme, allá en el lejano continente, y se aventuraron a la inmensidad de los océanos. De los motivos que impulsaron a estos viejos moradores de las montañas a abandonar su refugio en las alturas y encaminarse hacia las entrañas del mar nada se cuenta. Las leyendas de los antiguos dicen que una gran plaga de muerte y enfermedad asoló el gran continente hace incontables generaciones, y los pueblos que habitaban sus tierras se vieron obligados a adentrarse en el mar para huir de su fatal destino. Otras aseguran que nuestros antepasados nunca abandonaron las montañas, sino que las malas artes de los hombres desataron la ira de los dioses, los cuales cubrieron el mundo de agua, anegando las tierras y las ciudades. Solo resistieron las grandes montañas en las que habitábamos, cuyas cumbres son ahora las islas en las que vivimos. Sea cual fuese el motivo que nos hizo poblar estas islas solo el más venerable de los chamanes, el anciano T´halm´Arak, conoce, pues suya es la responsabilidad, como antes lo fue de su maestro y más tarde lo será de su mejor discípulo, de cargar con el terrible secreto de nuestro pueblo. Y es el mismo T´halm´Arak el que todos los años, en estas fechas, realiza el ritual de la Gran Pesca, que dará comienzo a la Festividad del Mar. En él, todos los hombres del pueblo se someten a la magia del sable ceremonial del viejo chamán y reciben un corte en su brazo derecho. Después se dirigen en procesión al acantilado y desde allí ofrecen al mar unas gotas de su sangre bendecida, pidiéndole que les permita pescar en sus aguas y que los grandes bancos de peces sigan acudiendo un año tras otro a las cálidas aguas del arrecife.   

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