jueves, 14 de febrero de 2019

6. PROTECCIÓN (Alex - Texto)

Descendemos del módulo con cierta dificultad. Pese a las incontables simulaciones realizadas en condiciones similares, se nota el esfuerzo de caminar bajo un campo gravitatorio más potente que el de la Tierra. Ha sido un largo viaje a través de las estrellas hasta llegar aquí, pero al fin, después de casi tres siglos vagando por la inmensidad del espacio, al fin sentimos de nuevo el tacto de la tierra bajo nuestros pies.

No es una sensación agradable, Narak es un plantea de condiciones extremas y solo gracias a la protección que nos brindan los trajes espaciales podemos soportar la dureza de su entorno. Su terreno es tan accidentado que moverse resulta una tarea casi imposible, las temperaturas varían desde los 190ºC durante el día a los -210ºC durante la noche, el aire, cargado de sulfuros, es tóxico. El viento nunca deja de soplar y puede alcanzar rachas de varios cientos de kilómetros por hora y la lluvia es tan corrosiva que temo que el estar expuestos a ella constantemente acabe por afectar a la integridad de nuestros trajes. Pero sus océanos contienen dos veces más agua que los de la Tierra y su aire se puede filtrar para hacerlo respirable.

En momentos como este, mientras atravesamos los parajes de este mundo hostil, recuerdo los días de pesca con mi padre. Aquellos días de verano en los que salíamos con el bote a navegar, echábamos el ancla a un par de millas, preparábamos las cañas de pescar sobre los soportes de la borda y esperábamos al cálido sol de agosto y la brisa suave del mar, cerveza en mano, a que algún pez mordiera el anzuelo. ¡Cómo me gustaría poder cambiar este infierno por aquel reducto de paz! Sin embargo, lejos quedan ya esos recuerdos.

Un poco más adelante, la silueta de la cúpula principal comienza a entreverse entre la polvareda levantada por el viento. Construida a los pies de un macizo natural de roca que la mantiene a resguardo de las inclemencias del viento y la lluvia, su forma de media esfera apenas se eleva unos 20 metros sobre el suelo. Pero no hay que dejarse engañar, la auténtica maravilla de esta estructura se encuentra bajo tierra, donde un entramado de más de 150 kilómetros de túneles conecta 25 niveles a 5000 metros de profundidad. Este lugar es la colonia Tigris, el primer asentamiento humano fuera de la Tierra. Actualmente alberga a un millar de personas y si la etapa de colonización tiene éxito salvará a la Humanidad de la extinción.

Lejos, en la distancia, se escucha el rumor del volcán Atheris, cuya cumbre afilada asoma entre las nubes desgarrándolas como un sable cortando el vientre de algún animal, mientras expulsa al cielo columnas de humo incandescente. Aprieto el paso y me pregunto que si esto es lo más parecido a nuestro planeta que hemos encontrado más nos vale estar preparados.

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